Los rayos de luz se tornaban rojizos y el aire empezaba a refrescar tímidamente la tarde de ese jueves en el Jardín Sócrates. Aún sin conocerla, pero con lo poquito que me habían platicado acerca de ella la reconocí de inmediato, llegó puntual, 4 pm en punto, venía bajando los escalones desde la avenida Morelos que está justo arriba de la Plaza de la Danza, serena y afianzada al brazo de su hija, con esa paz en la mirada que los años nos regalan a cuenta gotas, vestía un conjunto azul turquesa con bonitos detalles. Unos metros antes de llegar a la Nevería la Oaxaqueña alguien la detuvo para saludarla alegremente, cuanto finalmente llegó, me saludó amablemente, con un saludo de esos que llevan fuerza en el apretón de manos, sin dudas, resuelta a platicar con una desconocida; conmigo.
Así conocí a la señora Hermelinda Acevedo León, que nació en el barrio oaxaqueño de Xochimilco; un 08 de octubre de 1929, quién estudió hasta tercer grado en la Primaria Abraham Castellanos y sus padres fueron Procopio Acevedo e Isabel León, se casó con Félix Armengol Hernández procreando tres hijos.
Después de la presentación y ya sentadas cómodamente en esas sillas tan bellamente decoradas de la Nevería La Oaxaqueña, doña Hermelinda me dijo “Mi su suegra Leonarda Armengol Hernández de la Nevería El Lirio, fue quien me enseño y compartió las recetas familiares de la elaboración de la nieve, ella preguntó si quería poner un puesto de nieves, le dije que sí y fuimos con el administrador para que me diera un espacio para mi puesto y así me puse a vender los cinco sabores de nieves que entonces se vendían únicamente, la de tuna, de leche, limón, nuez y sorbete, haciendo clientes poco a poquito, porque hay que ir con paciencia, porque cuando uno empieza sufre, porque no vende uno bastante, se vende poquito, pero no me enfadé, así seguí vendiendo levantándome temprano para preparar los sabores que uno no tiene y acostándome tarde por atender hasta los últimos clientes.”
Doña Hermelinda recuerda que, en enero de 1979, cuando se supo que el Papa Juan Pablo II, vendría al estado de Oaxaca, a ella y a las demás neveras que estaban ubicadas en la Alameda de la ciudad, las mandó llamar el presidente municipal contador Jesús Martínez Álvarez y les dijo que las iba a reubicar temporalmente, después de que vino el Papa, otra vez se reinstalaron pero nuevamente las citó el presidente municipal para notificarles que les ofrecía algunos lugares para reubicar sus puestos de forma permanente y tras pensar alternativas llegaron a la conclusión de aceptar instalarse afuera de la Soledad, un lugar amplio, pero que en esa época les parecía muy lejano al centro, por lo que creían que los turistas no iban a querer acudir, sin embargo el gobernador que entonces era el Lic. Pedro Vázquez Colmenares, les ofreció arreglar el espacio y así lo hizo, más o menos dos meses tardó la remodelación del espacio y finalmente les asignaron sus lugares mediante un sorteo donde participaron los 8 puestos de nieves. También para identificar los puestos les pidieron poner nombre a su local y sin pensarlo mucho Doña Hermelinda que es orgullosa oaxaqueña, pues le puso a su puesto Nevería La Oaxaqueña.
Actualmente este puesto “Nevería La Oaxaqueña” es atendido por el nieto de Doña Hermelinda, el señor Jorge y su esposa Mariela que con mucho cariño siguen elaborando las tradicionales nieves oaxaqueñas para deleitar al mundo. Abren los 365 días del año, así que cuando visites Oaxaca no pierdas la oportunidad de saborear la tradicional nieve de tuna, leche quemada, sorbete, beso de ángel, nanche, mango, tamarindo, chocolate, éxtasis oaxaqueño y la de chapulines entre los más de 50 sabores que actualmente ofrecen día a día. Consume local y sé turista en Oaxaca.
Te invito a ver el video para que escuches de voz de la señora Hermelinda, los detalles completos de estas bonitas anécdotas de vida, esfuerzo, trabajo diario y de cómo logró quedarse a través de la nieve, en la historia de los oaxaqueños, enalteciendo con su labor el nombre de Oaxaca.